En la noche del pasado sábado llegaba ese momento
tan esperado, ese privilegio que me fue otorgado cuando la Directiva de la Peña
Taurina de Antonio y Juan Antonio Millán “Carnicerito de Úbeda” decidía que
recayera en mi persona presentar el XXII Pregón Taurino de Úbeda.
He de decir que si dentro de mi vida en el mundo del
toro he sentido sensaciones, muchas y de variados calados, la noche del sábado
fue algo especial. Basar un Pregón Taurino en las vivencias desde una edad tan
temprana como es la de cinco años, recordar a un padre, a tantas personas que
ya no están entre nosotros, a toreros y, en especial a uno de los titulares de
nuestra Peña Taurina que aunque fallecido siempre lo sentiremos presente, a
Antonio Millán, fue algo que me transportó a un estado donde el paso del tiempo
no hizo moverse las agujas del reloj, aunque bien es verdad que es necesario
puntualizar que las interpretaciones aunque personales y en este caso muy
objetivas pudieran calar en el sentimiento de muchos de los presentes.
Los detalles jugaron un papel importante y esencial
a la hora de realizar esa interpretación ofrecida y escrita con el corazón; en
la tauromaquia es posible, puede llegar a transportarnos a un mundo paralelo
con infinidad de contextos que al final y siendo como es el caso un Pregón
Taurino de calado pueda paralizarnos por momentos.
No sé si lo conseguí, pero de lo que estoy seguro es
que la velada del sábado escoltado por esos pilares renacentistas del Hotel Mª
de Molina será una de esos momentos que ocuparán un lugar especial en mi
memoria mientras siga en este mundo.
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